El artista chileno rondará por los barrios porteños más icónicos para intervenir fugazmente el espacio público. La intención es "apropiarse del entorno" y operarlo mediante "contrapuntos".
Por Augusto Morel
Sin incorrecciones, el arte visual es una ‘lata’. O, al menos, eso piensa el artista chileno Nicolás Miranda mientras un asistente suyo deja la representación gráfica de la pobreza hecha de poliestireno expandido a las puertas de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
Días atrás, había redoblado la apuesta al colocar a un agente de policía sacándose una ‘selfie’ mientras empuña su arma reglamentaria frente a un monumento de la memoria por los desaparecidos de la última dictadura militar argentina (1976-1983).
“Me interesa generar relecturas de lo ya dado en el entorno. Enfoco el arte contemporáneo desde un ejercicio de observación del ambiente”, explica a EFE, con tono cuasiacadémico, al tiempo que se sienta junto a la escultura de un perro callejero y un niño vestido con alpargatas, pantalón chándal y buzo deportivo.
Un homenaje a ‘Juanito Laguna’, el niño pobre de las grandes urbes latinoamericanas, pintado por el argentino Antonio Berni como símbolo de todos los chicos de las villas miseria con los que se topó el pintor en la Buenos Aires de los años 30.
Miranda destacó recientemente en España, tras dejar una réplica del rey emérito Juan Carlos I apuntando con una escopeta a la escultura del Oso y el Madroño, en pleno centro de Madrid, como parte de su producción “Estrategias parasitarias para la supervivencia en un mundo cruel”.
En ese caso, buscaba traer el recuerdo de la polémica que se generó en torno al monarca por su afición a la caza, en particular, la del entonces monarca disparando contra un oso presuntamente drogado en Rusia en 2006. Ahora, es el turno de Argentina con “Gente en su sitio, o tentativas de una noble igualdad”.
“Pretendo gestar un fenómeno comunicativo en sí mismo, no un conductor para dar un mensaje, no me interesa dar un mensaje, sino releer lo que se representa como una verdad”, agrega, para justificar su humor irónico y la provocación que aguarda generar con esa ‘imagen’ superpuesta en las calles del microcentro porteño.
Hasta septiembre, Miranda rondará por los barrios más icónicos de la capital argentina para intervenir fugazmente el espacio público. La intención es “apropiarse del entorno” y operarlo mediante “contrapuntos”.
Su idea es penetrar el inconsciente popular colectivo de la población y lanzar una crítica a la identidad, parodiando los íconos de la cultura popular por medio de representaciones de los conflictos sociales en los que se ve inmerso Argentina.
Nicolás Miranda posa junto a sus obras durante una intervención en una calle, en Buenos Aires (Argentina). Foto: EFE | Juan Ignacio Roncoroni.
El artista llevó al policía y a ‘Juanito’ a visitar el “Paseo de la Historieta”, un recorrido por los barrios Montserrat, San Telmo y Puerto Madero, en Buenos Aires, donde se agrupan personajes de cómic famosos, como Mafalda, Hijitus, Patoruzú, entre otros.
Mientras el ‘chico’ se sentaba a los pies de Susanita, Mafalda y Manolito, las creaciones de Quino, el agente de policía se ‘sacaba una foto’ con Larguirucho, uno de los entrañables y más ingenuos personajes de las caricaturas de Manuel García Ferré.
“Todo tiene que ver con camuflarme y acoplarme con lo que ya existe. Buscar cierta coherencia en contrapuntos y elementos antagónicos, donde tratamos de armar algún tipo de relato: el policía y ‘Larguirucho’ es más cercano a lo absurdo que a la violencia que representa en un espacio de memoria”, amplía Miranda.
En este contexto, el escultor contrastó la escenografía al incluir a una joven marginal -bautizada como “chica turra”- con atuendo deportivo, cabello rapado a los costados, mascando chicle y sosteniendo un cigarrillo. Al mismo tiempo que exhibe tatuajes con la palabra ‘familia’ y al santo popular ‘Gauchito Gil’.
La hizo posar junto a las ‘Chicas de Divito’, modelos creadas por el humorista argentino Guillermo Divito, que marcaron el estilo de moda femenino sensual capitalino de las décadas de los cuarenta y cincuenta en la revista de humor Rico Tipo.
“Estas figuras las hice antes de las elecciones (en Argentina) o de (la muerte de un fotógrafo en una protesta) en el Obelisco; en el fondo, lamentablemente, fueron pensadas antes, pero responden a una realidad que abarca más allá de las últimas semanas. Este contrapunto es político y violento”, remarca.
Parafraseando al escritor y conductor del programa radial “La venganza será terrible”, Alejandro Dolina, Miranda considera que el humor es “poner algo donde no va, pero es decodificable para todos”.
Eso podría explicar por qué algunos curiosos comenzaron a agruparse alrededor de Juanito con las cámaras de sus celulares en el edificio donde se concentran los mayores ingresos del país. Las miradas desaprobatorias del personal de seguridad de la entidad financiera apresuraron a continuar la exhibición en otro lugar. La provocación es su manera de ganarse la vida.
EFE.